Calidad de vida en la vejez ¿Cuáles son sus determinantes?
La percepción de calidad de vida de los adultos mayores es un indicador de bienestar y satisfacción con la vida. Entre las condiciones de salud que determinan la calidad de vida del adulto se identifican como las más importantes: el estado mental, estado psicoafectivo, estado social, nutrición y hábitos alimentarios saludables, capacidad funcional sana, buen dormir y prevención de caídas.
El buen funcionamiento cognitivo es uno de los principales determinantes de la calidad de vida de las personas mayores. El envejecimiento, pero sobre todo enfermedades neurodegenerativas asociadas a la edad como el Alzheimer y el Parkinson producen trastornos cognitivos y conductuales que disminuyen de forma importante la calidad de vida de las personas mayores que padecen estas enfermedades y de sus familias y afectan a toda la sociedad en su conjunto ya que inciden negativamente aumentando los costes de los servicios sanitarios.
La mayor parte de las personas mayores son personas sanas que llevan una vida independiente. Sin embargo, hay personas mayores que no pueden o no quieren vivir solas y viven en residencias o centros de mayores. Para las personas mayores que viven en instituciones es muy importante la atención y el tratamiento que reciben por parte del personal. Una atención adecuada contribuye de manera importante a la mejora de las condiciones de vida de los mayores. Por eso, la formación del personal, el trabajo dentro del equipo interdisciplinar y el control de la calidad de los servicios que se prestan a las personas mayores en las residencias son los pilares fundamentales para el buen funcionamiento de estos centros.
Autocuidado en la vejez
Es importante el autocuidado en el proceso de envejecimiento de las personas mayores sanas o enfermas. Para lograrlo se requiere la participación de la familia, cuidadores (en el caso de que la persona tenga algunas dificultades para realizar sus actividades) y de las redes de apoyo, con el propósito de ayudarles a encauzar sus dificultades de salud.
El tipo de autocuidado que el adulto mayor necesita dependerá de los factores internos y externos que afectan su capacidad de velar por sí mismo.
El autocuidado de los adultos mayores debe ser integral. Es decir, no solo debe responder a sus necesidades básicas, sino que también debe incluir sus necesidades psicológicas, sociales, de recreación y espirituales. Solo así el autocuidado será el medio por el cual los adultos mayores podrán desarrollar al máximo sus potencialidades, indispensables para una vejez saludable.
Determinantes de calidad de vida
A continuación se mostrarán algunas condiciones que determinan la calidad de vida del adulto mayor:
Estado mental
El estado mental es la total expresión de las respuestas emocionales de la persona, del ánimo, la función cognitiva y la personalidad. Está absolutamente ligado al funcionamiento del individuo en cuanto comprende la motivación e iniciativa; la formación de expectativas o metas, el planeamiento y desarrollo de tareas y actividades, así como el autocontrol y la integración de la retroalimentación de las múltiples fuentes de energía.
En la adultez mayor los cambios en el rendimiento intelectual son mínimos cuando el envejecimiento es normal, pero sí es importante estimular al intelecto para mantenerlo activo y que sus funciones no declinen a través de la lectura, las relaciones sociales, realizar actividades como crucigramas, ejercicios matemáticos, etc. La memoria remota o de largo plazo es más eficiente en los mayores que la memoria reciente, pero esto es propio del patrón general de salud que presente la persona. De todos modos se puede hacer mucho para estimular la memoria a través de la asistencia a programas o cursos de estimulación cognitiva, o realización de actividades recreativas que hacen pensar como jugar naipes, ajedrez, hacer sudokus, entre otras.
Estado psicoafectivo
Existen diversas teorías y clasificaciones de la vejez. Por ejemplo, Erickson (1968) pone énfasis en las características de la etapa de la adultez mayor. En ella a la persona se le plantea la posibilidad de aceptarse a sí misma con sus éxitos, fracasos y limitaciones. Es así cómo se logra la integración de los distintos aspectos de la persona y se puede buscar la trascendencia, entregando a los demás sus conocimientos y experiencia adquiridos a lo largo de la vida.
Por el contrario, cuando estas tareas propias de la etapa no se han logrado, el adulto mayor puede entrar en un estado de desesperación por el tiempo que ha pasado y por la imposibilidad de comenzar nuevamente su vida.
Estado social
Las personas de edad a veces no saben qué hacer con su tiempo libre. En esos casos es conveniente averiguar qué actividad les gustaría realizar o dónde querrían participar. En esta misma línea es fundamental que el adulto mayor identifique sus redes de apoyo más cercanas, que pueden corresponder a familiares o aquellas personas que se identifican como su núcleo más próximo.
Estado nutricional
Una alimentación saludable es uno de los factores más importantes para disminuir el riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares u osteoporosis. Y lograr una vejez con mejor calidad de vida y autonomía. Es importante consumir una alimentación balanceada durante este período, privilegiando el consumo de productos lácteos bajos en grasa o sin grasa, cereales y granos enteros, frutas, vegetales,pescado y pollo, productos ricos en calcio y fibra.
Estado del descanso
El sueño es una necesidad básica de todo ser humano y presenta ciertas modificaciones a lo largo del ciclo vital. Al principio, los recién nacidos son capaces de dormir, en promedio, 18 horas al día; un adulto joven duerme, en promedio, 8 horas.
Sin embargo, la cantidad de horas de sueño que necesitan las personas varía enormemente, siendo el promedio de entre 7 y 8 horas por noche. Las alteraciones y quejas relacionadas con el sueño son frecuentes en los adultos mayores. Al avanzar la edad, la cantidad total de sueño tiende a disminuir (las horas de descanso alcanzan cerca de 6 horas), las personas tienden a despertarse varias veces por noche o muy temprano en la madrugada. En caso de problemas reiterados (insomnio, dormir interrumpido, etc.) es recomendable acudir a su médico o consultorio de salud ya que se debe revisar el historial de enfermedades de la persona para descartar algún estado de depresión, chequear la lista de medicamentos que está ingiriendo y, por último, analizar los hábitos previos al irse a dormir.
En general, muchos adultos mayores tienen el hábito de tomar siesta, por lo tanto, no es extraño que una persona que duerme después del almuerzo, despierte más temprano en las mañanas o quede más propensa a despertarse en las noches. Las posibles causas de insomnio son múltiples. Entre las posibles causas se pueden mencionar: enfermedades médicas, como los trastornos reumatológicos; trastornos psiquiátricos o psicológicos; estado anímico negativo (ansioso o depresivo) causado por la existencia de preocupaciones, problemas económicos, dificultades con algún familiar, entre otros.
Los especialistas coinciden en que la calidad de vida se ve afectada cuando no se duerme bien, ya que falla la capacidad de concentración, hay mayor probabilidad de caídas, aumenta la somnolencia diurna, la irritabilidad y, por lo tanto, afecta la convivencia de los adultos mayores y de su grupo familiar.
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La Gerontología como ciencia es relativamente novedosa, y su importancia radica en la necesidad de abordar la problemática de la población adulta mayor, que ha experimentado un crecimiento demográfico exponencial. Sumada a este crecimiento poblacional, se presenta la realidad de las personas mayores que, a diferencia de lo que ocurría hasta hace muy poco tiempo, experimentan condiciones de vida mucho más plenas y autónomas. Su objetivo, entonces, no es solo la prolongación de la vida sino que su preocupación es mejorar la calidad de esa vida.
Es por esto que afirmamos que la gerontología debe abordarse como un estudio multi e interdisciplinar que se nutra de los aportes de distintas áreas del conocimiento. La biología, la sociología, la psicología, la antropología, la demografía, la educación, la teología, la arquitectura, y otros campos del saber contribuyen en hacer de la gerontología un campo del conocimiento independiente.