DIA DEL CUIDADOR DE ANCIANOS - 2 DE MARZO
El 2 de Marzo, se conmemora el "día del cuidador de los adultos mayores" en la Argentina, fecha determinada por la Asociación Argentina de Cuidadores de Ancianos, en honor al nacimiento del Prof. Dr. Hugo Roberto Valderrama, creador del movimiento de formación de cuidadores de adultos mayores en nuestro país.
Hoy, más que nunca, debemos brindar a nuestros hijos ejemplos de esfuerzo y dedicación. Para ello podemos nombrar a los cuidadores de adultos mayores y su noble tarea, dignos de un orgullo que enaltece el alma al volver a sus hogares terminada su labor, merecen el respeto de todos.
En su día les brindamos a todos los cuidadores desde la Gerontologica.com, nuestro eterno agradecimiento, por lo que aportan y representan para este mundo, cuidar al prójimo.
RESUMEN AUTOBIOGRAFICO
Mi vocación por la asistencia y cuidados de las personas mayores nació en 1974, cuando ya estudiando medicina en la Universidad de Buenos Aires me cupo la responsabilidad del seguimiento de la salud de mi abuela materna, Teresa Casalderrey, una gallega amorosa que sufrió un ACV por el que entró en coma y tres días más tarde falleció. En esos tres días, el recorrer los distintos servicios del hospital siguiendo los pasos de lo que suponía eran esfuerzos de los profesionales por salvarlela vida, me hizo ver una terrible y muy triste realidad. A los ancianos no se los asistía ni cuidaba como a los pacientes más jóvenes. Tenían menos valor que los demás y situaciones como la deshidratación, la desnutrición, las úlceras por presión, las caídas y las escaras se visualizaban como parte del proceso de evolución inevitable de todos los envejecientes.
Después de cinco años de noviazgo y sin dinero en el bolsillo, ingresé al Ejército Argentino como médico militar en 1978 para poder casarme con la que hoy sigue siendo el amor de mi vida, Graciela, que es Licenciada en Química y Master en Gerontología. Con quien elaboramos los proyectos trabajando codo a codo, restándole horas al descanso, impulsados por la pasión hacia lo que a ella le gusta denominar “nuestros hijos intelectuales”.
Este paso implicó cambios drásticos en mi vida, en el lapso de dos meses no sólo pasé de ser soltero a casado, sino de estudiante a médico, de civil a militar a cargo de mil soldados conscriptos y de vivir en Buenos Aires (capital de mi país, ciudad cosmopolita con una gran vida cultural con acceso a todo tipo de capacitación profesional y desarrollo tecnológico de avanzada) a residir en el casino de oficiales de Goya, ciudad ubicada a 800 km de Buenos Aires en la que en ese momento no existían universidades y tampoco la especialidad de Geriatría. Sin embargo, también esto marcaba mi destino, pues al concurrir al hospital de la ciudad, ávido de formación y de desarrollo de mi profesión, advertí que la sala de clínica médica estaba ocupada en su mayoría por adultos mayores. Frente a mi propuesta de atender ad honorem a estos pacientes la respuesta afirmativa fue inmediata, nadie quería hacerse cargo de ellos y en realidad miraban con extrañeza que un médico de 25 años se interesara por los viejos.
Si bien el incorporarme como oficial médico permitió, entre otras cosas, que la situación económica fuese más estable y que pudiésemos educar sin penurias a nuestros hijos, también me impidió acceder a una residencia o a una concurrencia médica para aprender geriatría, por lo cual sin la opción de otro camino, me transformé en autodidacta y a partir de entonces fueron el estudio, la observación de los cuadros clínicos y la atención de los mayores en consultorios, establecimientos geriátricos y hasta en un hospital de frontera, donde el Ejército me destinó en 1982, las opciones de mi aprendizaje.
Realmente sufrí la ausencia de apoyo y seguimiento de algún maestro o simplemente de colegas con experiencia, en una zona de frontera con Brasil, en la que la medicina que se practicaba era básicamente materno infantil y muy precaria, pero además las comunicaciones eran dificultosas y el acceso a la bibliografía geriátrico gerontológica costosa y muy poco difundida.
Las opciones de acercarme a temas de la especialidad exigían conseguir un permiso especial de mis superiores jerárquicos para viajar más de 1000 km hasta Buenos Aires a fin de acceder, con suerte, a jornadas de 2 ó 3 días en las que, sin experiencias de fondo, los expositores tocaban temas vinculados a las patologías más frecuentes en la ancianidad o a tratamientos que supuestamente rejuvenecían a los que los practicaban. Era bastante frustrante. Sin embargo, esta situación potenció mi vocación y estimuló el esfuerzo para poder capacitarme. Tal es así que enl 1983 obtuve un puntaje de 99 sobre 100 en el examen de la especialidad de Geriatría en el ámbito médico militar. Lo que supuse aseguraría mi pase al Hospital Militar Central de Buenos Aires, donde mis ansias de seguir capacitándome se verían cristalizadas. Sin embargo, no fue así y en diciembre de 1984 por fin me dieron el pase, no a Buenos Aires como esperaba, sino a la ciudad donde actualmente vivo, Santa Fe. Esta capital de provincia está muy cerca de la ciudad de Rosario y a unos 500 km de Buenos Aires, por lo cual las perspectivas de poder avanzar eran mucho más apropiadas que en mi anterior destino.
Apenas llegado a Santa Fe, tomé contacto con cuatro colegas que se dedicaban a la medicina geriátrica y eso para mí era casi tocar el cielo con las manos, era poder intercambiar ideas y proyectos con médicos que se dedicaban a la especialidad elegida. Es así que en el año 1985 rendí la especialidad de Geriatría en el Colegio Médico de Santa Fe, esto permitió que me dedicara de lleno a esta disciplina, sin embargo, seguía teniendo la asignatura pendiente de no poseer titulación de especialista otorgada por una universidad. Años más tarde pude alcanzar esta meta a través del Curso Superior de Médicos Especialistas en Geriatría de la Universidad Argentina. John F. Kennedy, en el que se dio la paradoja de haber sido alumno (debía estar inscripto para obtener el título) y simultáneamente desempeñarme como docente de la carrera (cargo ofrecido por las autoridades de la Universidad en base a mi desempeño en la especialidad), con la Maestría en Gerontología cursada en la Universidad de Barcelona (España) y el doctorado en Ciencias de la Salud de la Fundación Barceló de Buenos Aires.
A partir del retiro del Ejército en 1993, mi vida profesional pudo centrarse exclusivamente en la Gerontología permitiendo la expansión de las acciones comenzadas años antes y desarrollando nuevos proyectos académicos y empresariales.
La experiencia educativa había comenzado en 1985 en el aula de una escuela de un pueblo situado a 20 km de Santa Fe, que conseguí prestada ya que no contaba con ningún recurso económico, donde inicié por primera vez en Argentina la formación de cuidadores de ancianos en forma sistemática. A pesar de que mis colegas decían que no habría interés en la temática y en enero con 35°C (temperatura habitual en esta zona en esa época del año) no habría concurrencia, la respuesta fue tan masiva que al tercer día la capacidad del aula estaba completa.
El entusiasmo de los primeros egresados se plasmó en la inmediata creación de la Asociación Argentina de Cuidadores de Ancianos, los pasos siguientes fueron crear el movimiento de formación de cuidadores formales en el país, para lo cual diseñé la currícula de los cursos de formación, escribí el Manual Argentino para el Cuidado de Ancianos y el Manual de Formación de Formadores de Cuidadores de Ancianos y difundí los cursos en todo el país a través de ONGs. gerontológicas y por medio de convenios con las Provincias y el Estado Nacional.
A la fecha estimo en 70.000 los cuidadores capacitados a partir de los cursos, los que continúan dictándose desde la Secretaría de Desarrollo Social de la Nación y por medio de iniciativas privadas.
En el año 1999 (Año Internacional de las Personas de Edad) en la Universidad Católica de Santa Fe en la que me desempeñaba como docente y para que los adultos mayores accedan a la universidad, desarrollé el proyecto Universidad de los Adultos Mayores, el que dirigí durante 6 años. Paralelamente inicié la formación de gerontólogos en la Licenciatura en Gerontología desarrollando su currícula y desempeñándome como docente y director. Esta carrera de grado de complementación curricular convoca a profesionales egresados de carreras humanísticas de habla hispana y actualmente se desarrolla con la modalidad a distancia en la plataforma de la Universidad, dependiendo la Facultad de Ciencias de la Salud.
La necesidad de capacitación al grupo médico de Santa Fe me permitió, por medio del Colegio de Médicos de Santa Fe, llevar adelante posgrados de especialización. Más adelante se me invitó a integrar los comités de pares para la evaluación de carreras de posgrado universitarios de gerontología en Argentina, a través de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitarias (CONEAU). Cuando los políticos comenzaron a interesarse en los votantes mayores se me solicitó la redacción de varios proyectos de ley en los niveles Provincial y Nacional, dirigidos a la problemática de los cuidadores y a los derechos de los adultos mayores.
Actualmente, más sosegado, llevo adelante en la web en el sitio Gerontologica.com, la capacitación a distancia (virtual) de cuidadores de ancianos, de familiares de ancianos con dependencias, de enfermeras, de gerentes de instituciones gerontológicas y cursos de capacitación de nivel superior en gerontología e impulso el “protocolo de respeto por los adultos mayores” , para su aplicación en el país , así como la implementación del carnaval mayor o de los adultos mayores como espacio y oportunidad de creatividad ,socialización y sana recreación.
A la fecha también continúo mi actividad académica y de extensión universitaria en forma cotidiana sintiendo satisfacción por lo logrado trabajando y al mismo tiempo, deseos de continuar hasta donde pueda en el camino transitado, que defino como el de un proceso de revolución gerontológica de base educativa.
El COVID 19, muy lamentablemente ha colaborado en visibilizar problemas que siempre existieron, así se está dando en el país una explosión de vocaciones por lo gerontológico y además, ya no tan tímidamente, los adultos mayores están empezando a hacerse oír con sus exigencias de consideración y de respeto a la sociedad que no los ve, porque sólo hace culto a la juventud y al vivir el presente.
Retomando el relato al inicio de mi profesión, recuerdo que paradójicamente la concurrencia a los primeros eventos gerontológicos fue motivadora, no tanto por lo que aprendí de ellos sino por la posibilidad que tuve de conocer profesionales que en distintas partes del país realmente se ocupaban de los adultos mayores y en otro aspecto, porque me hicieron reflexionar sobre el término “deberíamos” que usaban algunos disertantes, jornada tras jornada, congreso tras congreso. Eran los que llamo “congresólogos”, personajes que viven muy elegantemente vestidos para exponer en los eventos, pero que en la práctica casi nunca producen mejoras o acciones concretas en favor de los mayores, por eso siempre dicen lo que “deberíamos” hacer, pero ellos no transforman la realidad, son sólo “vedettes de congresos gerontológicos”. Y la realidad, por lo menos en Argentina, es que hay mucho por hacer, “necesitamos hacedores”.
Por este motivo mirar hacia atrás me reconforta, he intentado cumplir con lo que mis padres y abuelos me enseñaron. Me he esforzado por “ser” y esto, más allá de los errores cometidos, me permitió “hacer” cambios positivos en la calidad de vida de aquellos que han sido la motivación de mi carrera profesional, los adultos mayores.
Prof. Dr. Hugo Valderrama
HISTORIA DE LOS CUIDADORES DE ANCIANOS EN LA ARGENTINA
Extracto del Manual Argentino para el Cuidado de Ancianos - 1986 - Prof. Dr. Hugo Valderrama
Cuando iniciamos la formación de cuidadores en Argentina, en 1985 en la Provincia de Santa Fe, frente a una provincia y un país desinteresado o muy poco preocupado por la capacitación del recurso humano de base para el cuidado de los ancianos y la difusión gerontológica a la población, nuestra mayor preocupación era poder estimular a la gente para que concurra a los cursos de formación, “ Necesitábamos cantidad ”.
Así dictamos cursos sistemáticamente y con éxito creciente hasta para cien personas, cifras que evidentemente poco tenían que ver con lo pedagógico. A pesar de esta circunstancia, se producía un clima de máxima atención, en una población de alumnos deseosos de aprender. A todos los docentes también nos fascinaba observar el entusiasmo puesto de manifiesto por el alumnado.
Costaba mucho homogeneizar los conceptos en auditorios tan heterogéneos, dado que sus edades fluctuaban entre los 18 y 70 años, y sus niveles de educación, desde la simple primaria completa hasta el universitario. Pero justamente, esa diversidad y lo motivacional eran sus características. Prácticamente todos los cursos que dictamos en Santa Fe fueron totalmente gratuitos, solamente en los últimos dejamos de extraer dinero de nuestros recursos personales para que los mismos alumnos se hicieran cargo de los gastos que insumían los locales, las luces, el café, o golosinas de los intervalos, las fotocopias, etc., a partir del cobro de una mínima cuota mensual destinada a tal efecto y al pago de los docentes.
Los equipos profesionales eran demasiado numerosos. Llegamos a convocar a más de veinte para un curso de 200 hs. Claro está que se jerarquizaba el curso en sí mismo, pero era muy difícil coordinar un perfil educativo.
En los primeros cursos, los alumnos se sentían motivados a llevar adelante la capacitación porque estaban cuidando empíricamente ancianos desde mucho tiempo atrás y vislumbraban una posibilidad de mejorar sus conocimientos y oficializar su tarea (entre estas personas también había algunas que eran estimuladas a estudiar por los dueños o directores de establecimientos geriátricos, e inclusive por las mismas autoridades de inspección de los hogares), otro grupo lo hacia interesado en su propia vejez y en la temática en general; y un tercero se sentaba en una silla para aprender, pero también se hubiesen sentado si el curso hubiese sido de botánica o de dibujo y pintura. Este último grupo era el más pequeño en todos los cursos de formación y el que generalmente no llegaba hasta el final. Sin embargo, el interés era creciente y lo vocacional también crecía con el grupo en una totalidad.
La presencia femenina era ampliamente mayoritaria (97 %), tal vez pueda ser entendida por varios factores, pero creo que el determinante es que el cuidar, en nuestra sociedad, es una actividad llevada a cabo por las mujeres y su sustento se halla en la relación del cuidado madre - hijo.
Un problema que se planteó a poco de iniciar los cursos fue la necesidad de apoyo para poder continuar con la tarea. No me refiero a un apoyo económico, con el que no contábamos, sino a la colaboración necesaria para coordinar esfuerzos y evitar centralizar en una sola persona todas las responsabilidades. En este sentido, a partir del nacimiento de la Asociación Argentina de Cuidadores de Ancianos y de su accionar, se estructuró un organigrama que incorporaba la jefatura de trabajos prácticos y los auxiliares docentes (cuidadores de ancianos que se habían destacado por sus dotes personales y espíritu de liderazgo), quienes permitían descentralizar tareas y funciones en general.
La actividad teórica siempre fue muy atractiva para los educandos, el problema giraba por los aspectos prácticos del cuidado, por los lugares donde desarrollarlo, por la diferenciación de las tareas inherentes al cuidado de aquellas que corresponden a otras áreas y a otras profesiones, (enfermería, podología, fisiatría, etc.) y por encontrar el personal más adecuado para el dictado de clases prácticas.
La problemática de la actividad práctica fue una constante en todos los cursos, que desvió, en algunos aspectos, el perfil de los cuidadores egresados, restándole eficacia a su formación. Después de muchos ensayos, detectamos que los cuidadores que posteriormente hacían cursos de enfermería (auxiliares o profesionales), con el tiempo se transformaban en excelentes profesionales y que se destacaban significativamente de las demás enfermeras. Este recurso humano es el más apto para la docencia en las clases prácticas de los cursos; porque conoce todo el espectro del cuidado y las técnicas de enfermería, sin perder de vista lo profundamente humanitario de cada actividad, y delimita adecuadamente los campos de acción de cada uno.
Cuando las experiencias en Santa Fe fueron enriqueciéndose con la incorporación de mas centros de formación bajo nuestra supervisión como: Rosario, Ceres, Gálvez, San Lorenzo, entre otros tantos, comenzamos a difundir y a ayudar a organizar cursos en todo el país.
Capital Federal, comenzó a dictarlos sistemáticamente desde su entonces la municipalidad , dos años después, en 1987.El gobierno de la ciudad de Buenos Aires, a través de la Dirección de la Tercera Edad presta servicios de cuidadoras domiciliarias a personas mayores de 60 años residentes en Buenos Aires que no cuentan con cobertura social, indigentes y a los casos sin apoyo familiar.
En 1993 el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJP) firma un convenio con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social para la formación de auxiliares gerontológico domiciliarios. También se conforma un subsidio a través del programa PROSOI, pero no se establece requerimientos para la capacitación de los cuidadores.
En 2002 se capacita en forma conjunta a beneficiarios de planes sociales como cuidadores domiciliarios polivalentes entre el INSSJP y el Ministerio de Desarrollo Social.
En 2004 se firma un convenio entre el Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social para formalizar planes sociales creándose el mecanismo de monotributo social.
En 2005 se firma un convenio entre Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social, el INSSJP para llevar adelante la capacitación profesional y la promoción de empleo en tareas como la de los auxiliares gerontológico polivalentes.
En 2006 se firma un convenio entre el Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social, el INSSJP y desarrollo social para insertar como prestadores no exclusivos del INSSJP a los cuidadores de ancianos.
Situación Actual
La experiencia de mas de 20 años en la capacitación de cuidadores, fue marcando un rumbo distinto. Siendo nuestro proyecto una realidad nacional, hoy transitamos la etapa de la búsqueda de la calidad y enfrentamos nuevos desafíos como son : el cuidado de los que cuidan, la especialización de los que cuidan dementes, la problemática de las familias cuidadoras y la aprobación de las leyes que deben enmarcar la actividad, etc.
Es necesario que los cursos continúen dictándose para establecer una red nacional de formación y que además, se estandaricen los programas, las técnicas del cuidado, la bibliografía, etc., respetando la idiosincrasia de cada región para la óptima formación de los recursos. A tal efecto, creamos la página www.Gerontologica.com, en donde alumnos de habla hispana de todo el mundo pueden acceder a su formación a través de distintos cursos de geriatría y gerontología, a través de aulas virtules disponibles 24x365.
Este programa marca un hito en el proceso. Hoy contamos como elementos probados, actualizados y de fácil difusión para la formación masiva de cuidadores en cualquier país.
Prof. Dr. Hugo Valderrama
¿Dónde puedo estudiar para ser Cuidador de Ancianos o Auxiliar de Geriatría Profesional?
Desde Gerontologica.com te proponemos el Curso de Auxiliar de Geriatría, de 3 meses de duración, constituye un portal de acceso a tu formación profesional para realizar esta tarea, contando con las actitudes, conocimientos y habilidades, para brindar un servicio con humanidad y profesionalidad. Es dictado por el Dr. Hugo R. Valderrama y permite acceder a través de la APP de Gerontologica.com las 24hs sin días ni horarios fijos. Obtendrás la certificación de Gerontologica.com en Inglés y Español, con código de verificación QR.