Articulo

El prejuicio más común sobre tercera edad

Uno de los prejuicios más comúnmente extendidos es el de que todos los adultos mayores son enfermos o discapacitados.
Palmore (1980) señala que un tercio del común de las personas aseguran que los adultos mayores “pasan mucho tiempo en cama a causa de enfermedades”, “tienen muchos accidentes en el hogar”, “tienen pobre coordinación psicomotriz”. Otro estereotipo común que se escucha es que la salud y las capacidades de los adultos muestran un alto grado de declinación según pasan los años.
El resultado de estos prejuicios es que se establece una fuerte sinonimia: viejo = enfermo, que entraña un enorme riesgo, pues pasa a comportarse como una profecía autopredictiva que termina por internalizar aún en los destinatarios del prejuicio, es decir, en los propios adultos mayores.
Cuando se intenta romper con la sinonimia viejo = enfermo, se presenta un primer problema que es intentar resolver que significa “salud” y “enfermedad”, entendiendo que cada sujeto tiene su percepción y conceptualización dependiendo del esquema teórico-referencial que utilice.
Pero a fines prácticos, hablaremos de Salud y Enfermedad haciendo referencia a las conceptualizaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La Enfermedad es entendida por la OMS como una alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo.
En cambio, para la OMS (1946), “la salud debe definirse como un estado de completa satisfacción física, mental y social y no solamente por la ausencia de enfermedad o dolencia”.
Teniendo en cuenta este concepto, la salud de los adultos mayores se debe considerar teniendo en cuenta que:

La salud debe medirse por el grado de funcionamiento del adulto dentro de su contexto social.
Un adulto mayor es considerado saludable, no cuando esté falto de enfermedad o dolencia, sino cuando pueda convivir con ella de manera óptima sin que ésta afecte ninguna área de su vida.
La salud según la OMS, no debe considerarse un fin en sí mismo, sino como un medio para llegar a fin. Como un recurso que le permita al adulto mayor llevar una vida productiva y socialmente activa.


Más tarde, una nueva definición alternativa sobre la salud de los adultos mayores y su nivel de funcionamiento aparece resumida por el Advisory Group de la OMS (1959); “La salud de los adultos mayores es mejor medirla en términos de función […] el grado de ajuste más que la falta de patología debe ser usado como la medida del monto de servicios que el adulto mayor requiere de la comunidad”.
De esta manera, las cosas que una persona adulta mayor puede, o cree que puede, son usualmente indicadoras del grado de su salud tanto como de los servicios que necesita.

De esta manera,
el prejuicio más común contra la tercera edad, quedaría relegado siendo más importante lo que diga y sienta cada adulto mayor sobre su propio proceso de envejecimiento.

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