Muerte Digna
En un estudio realizado en 1989 en España se preguntó a médicos y enfermeras: “¿Qué entiende por morir con dignidad?”. Las respuestas más generalizadas fueron las siguientes: “Morir con serenidad de ánimo y rodeado de los familiares o personas queridas y con el menor dolor”. “Asistencia técnica, pero que no le aísle de su entorno social, familiar, afectivo e individual”. “Respetar la voluntad del paciente”. “Morir como una persona, no como un objeto”. “Morir de forma natural y sin servirnos de medios extraordinarios”. “Mantener la tranquilidad e intimidad del paciente, porque se trata de un momento muy importante para él”. “Morir sin sufrimiento y sin rechazo ni de familiares ni del personal que lo atiende”. “Ayudar en dicho momento con atmósfera de amor y confianza para evitar la soledad”.
En el final de una enfermedad el tratamiento suministrado es aquel que en medicina se denomina “paliativo”. Éste se encamina principalmente a aliviar el dolor crónico que suele ir aumentando al avanzar la enfermedad. Pero también debiera preocuparnos el proporcionar al enfermo un ambiente confortable, de tranquilidad, compañía y apoyo.
Mantener una relación personal con el enfermo desde la convicción de que cada persona es única y teniendo en cuenta sus concepciones culturales y religiosas, acompañando al enfermo intentando que nunca se sienta solo.
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