Percepción del tiempo en las personas mayores
El tiempo ordena la vida en infancia, adolescencia, juventud, madurez, senectud; en tarde y temprano; en antes y después; en rápido o interminable; en pasado, en futuro, y, sencillamente, envejecemos a través del tiempo
Para la perspectiva social, el tiempo no es un absoluto homogéneo, sino que es diverso. No es lo mismo el de una vida planificada, organizada, inalterable y previsible que el de una vida sobrecargada por lo inesperado; no es idéntico en quien dispone de mecanismos para promover acontecimientos, que el de la persona que vive al remolque que se le impone; difiere en quien dispone de él por desocupación obligada, o en quien está intensamente ocupado.
Cuando se envejece, esa temporalidad se vuelve aún más personal, pues se tiene, plena libertad de vida, por fin separada de la presión social y laboral. Envejecer, como todas las etapas vitales, trae ventajas y desventajas, pero su principal virtud, hoy por hoy, es sin duda el tiempo.
Actualmente, el tiempo en la vejez, ha cambiado por dos situaciones:
Aumento de las expectativas de vida
Y adelanto de la edad de jubilación, que llega a los 60 años en países en vías de desarrollo, y se queda alrededor de los 65 en los países desarrollados.
Con este nuevo régimen del tiempo, se da una segunda oportunidad al individuo para equilibrar todos aquellos aspectos de la vida que, por diversas razones, no se desarrollaron desde el nacimiento hasta la adolescencia y los primeros años de la adultez, donde el ser humano se despliega biológica, psicológica y socialmente. A través del tiempo, se evoluciona y experimentan cambios en el cuerpo físico del humano. Sin embargo, ya en la cúspide del desarrollo corporal, cada uno inicia, en algún punto muy personal y único, el desarrollo mental, y al llegar a la adultez media o tardía, emergen otras necesidades más profundas y, por qué no decirlo, más humanas; es, tal vez, el período de vida en el que individuo se aleja más de la naturaleza biológica, para asomarse a otra más espiritual.
Al llegar a la vejez, el ser humano lleva consigo su pasado; tiene un futuro cuantitativamente pequeño, pero su presente es el mismo, aunque, en ese momento, dicho presente tiene ya la riqueza de la vida. Ésta puede ser la diferencia entre envejecer con éxito o sin él. Si se vive este presente intensamente, desvelando las potencialidades pendientes, se continúa el avance personal, a la vez que se redescubre y se integra así mismo con su medio familiar, social y ambiental, dando curso a la conciencia ecológica. El mayor se enriquece así, ya que a su pasado asumido se suma su presente convertido en fuente de oportunidades, y también su futuro, que orienta, aunque tenga que construirlo día a día, hacia metas importantes para él, que es quien las selecciona de acuerdo con su desarrollo personal y de acuerdo con la libertad que le proporciona el tiempo, que vive como nunca antes lo vivió, autoprogramando cada minuto.
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