Psicología de la vejez
Muy pocas de las actitudes de los ancianos son universales, y aún las que si son generalizadas, no dependen exclusivamente del envejecimiento cronológico y biológico, sino que por el contrario, son respuestas a expectativas del medio, inducidas por éste como pautas culturales. Las realidades que han vivido las actuales generaciones de ancianos (ver: “El anciano y su entorno”), no han sido propicias para una buena adaptación a esta etapa de la vida. Teniendo presente lo expresado, podemos describir algunas observaciones realizadas en personas que envejecen.
MODIFICACIONES DE LA PERSONALIDAD
- Nítido aumento del grado de cautela, precaución y prudencia.
- Aumento de la perseverancia, la rigidez y el miedo a los cambios.
- Preocupación creciente por las funciones corporales.
Según muchos autores lo más típico del proceso de envejecimiento es la necesidad de elaborar duelos casi permanentemente, por las pérdidas que durante el mismo ocurren (parte del yo físico y psíquico, categoría dentro del conglomerado social y del círculo familiar, personas significativas), por la disminución del número y extensión de sus actividades y por tener que encarar la muerte.
La forma en que cada individuo afronta estas crisis depende del desarrollo de la personalidad previa. Si este no fuera adecuado, provocaría estilos patológicos de elaboración de duelos, dando lugar a trastornos afectivos y de relación con los demás.
MEMORIA - APRENDIZAJE - CREACIÓN
Si se mantiene una buena salud física, en términos relativos, sin que se haya deteriorado desmedidamente el equipo biológico necesario, entonces:
Las funciones intelectuales elevadas, tales como la imaginación, la habilidad de juzgar, la de generalizar, etc. son relativamente independientes de la edad de la persona y su declinación depende mucho de cada individuo.
Lo que disminuye en la vejez, no es el poder mental en sí, sino la rapidez con que se ejecutan las tareas intelectuales. El deterioro es más notable en aquellas en que cuenta la rapidez con que se reacciona. La edad afecta mucho más “cuánto” se hace que “cuan bien se hace”.
La así llamada “inteligencia fluida” (que es la que permite resolver problemas nuevos) disminuye progresivamente, en contraposición a una cierta estabilidad y hasta un incremento de la inteligencia cristalizada (que implica respuestas adecuadas a situaciones ya varias veces resueltas)
Se describen tres clases de memoria: Inmediata, Reciente y Remota. Las dos primeras, según fuertes indicios, se deterioran según vamos envejeciendo. Sin embargo la memoria remota puede hasta mejorar.
En el aprendizaje hay que tener en cuenta:
La naturaleza de la tarea: los aprendizajes que requieren la presencia de factores visuales y motores declinan más rápidamente con la edad, mientras que las tareas que implican aspectos verbales y de información pueden mejorarse durante los años productivos del individuo.
Aparentemente las personas que con mayor frecuencia desarrollan conductas que exigen aprendizaje (manteniendo una actitud inquisitiva e interesada en muchos aspectos de la vida) pierden su habilidad para aprender, más lentamente.
Los que enseñan a personas mayores deberán tener en cuenta las limitaciones físicas (disminución de la visión, la audición) y los condicionamientos sociales (falta de confianza en sí mismo) de los envejecientes, que influyen negativamente en el proceso de aprendizaje. Podrán ayudar a superar estos inconvenientes, con conductas tan simples como hablar pausadamente y en voz alta o brindar estímulos positivos.
Ninguna investigación ha revelado fehacientemente una disminución uniforme y regular de la creación con los años. Por el contrario hay numerosos ejemplos de personas talentosas (Hipócrates, Cervantes, Platón, etc.) que han dado sus mejores obras pasando el medio siglo de vida e inclusive algunos después de los ochenta años. Con esto no queremos decir que ser genial sea indispensable y tampoco que haya que aspirar a crear grandes obras maestras, sino obras modestas que repercutan en sentimientos de satisfacción y utilidad para el creador.
OTROS ASPECTOS IMPORTANTES
El esfuerzo en el plano de la salud mental estará dirigido por un lado a atender la salud mental de los propios ancianos y por otro a realizar tareas preventivas, a través de actividades destinadas a preparar a la sociedad y a los individuos que la integran para afrontar eficaz y felizmente los años de la vejez.
Los esfuerzos deberían volcarse no sólo a la asistencia del anciano, sino a tratar de mejorar las condiciones del medio, si éstas han sido la causa de la enfermedad y al apoyo de la familia a través de la movilización de los Servicios Sociales, para que los tratamientos sean efectivos.
Estudiar Psicología de la vejez o PsicoGerontología