Residencias Alternativas para personas mayores
Existen distintas alternativas de alojamientos para adultos mayores, las más difundidas y explotadas son las residencias geriátricas. Sin embargo pueden coexistir con otras opciones, más conocidas en el territorio Europeo, como las que mencionaremos a continuación:
Departamentos individuales o bipersonales con servicios de apoyo
Generalmente esta oferta se sitúa en centros urbanos en donde desde el mismo edificio o un centro gerontológico próximo, se ofrecen servicios de ayuda como por ejemplo: comidas a domicilio, servicio doméstico, servicios médicos y de enfermería, lavado de ropa, peluquería, actividades sociales y de ocio, etc.
Además disponen de servicios de teleasistencia o alarma conectadas a un guardia central del edificio proporcionando seguridad durante todo el día.
Viviendas compartidas entre jóvenes y personas mayores
Es una alternativa muy interesante, en donde las personas mayores que viven solas en casas grandes pueden recibir a jóvenes a cambio de compañía, ayuda y seguridad. Los jóvenes a cambio obtienen una vivienda, una compañía y ayuda con el idioma extranjero. Generalmente esta opción es desarrollada en ciudades universitarias en donde conseguir alojamiento es difícil y costoso.
Su organización depende generalmente de entidades sin fines de lucro o de las mismas universidades, las que regulan derechos y obligaciones de cada una de las partes. A través de esta iniciativa se proponen intercambios generacionales y se promueven relaciones de solidaridad.
Recibimiento heterofamiliar
Se trata de programas en donde las familias, a cambio de una mensualidad, reciben al adulto mayor brindándole de alojamiento, atención y compañía. Muchas veces el requisito impuesto a los adultos mayores es que no posean dependencias físicas ni psíquicas.
Generalmente en contextos rurales es donde mejor se desarrollan estos programas. Los organizadores suelen ser los servicios sociales, en donde luego de una valoración del adulto mayor, se determina si es apto para el programa y se asigna el importe que luego deberá entregar a la familia que lo aloja.
Viviendas grupales tuteladas
Son ocupadas por un grupo de adultos mayores autoválidos y se ubican junto a un centro gerontológico como las residencias o centros de día los cuales se encargan de tutelar al grupo. El tamaño del grupo oscila entre las cuatro y las diez personas.
Sin embargo el principal problema es cuando comienzan los deterioros y ya no pueden valerse por sí mismos, en esa situación se debe abandonar al grupo y alojarse en una residencia de cuidados. Generalmente este tipo de viviendas termina siendo una pequeña unidad de convivencia, la que describimos seguidamente.
Pequeñas unidades de convivencia
Se trata de una experiencia bastante extendida en Europa que surge como alternativa a la residencia tradicional y fue idea por un grupo de gerontólogos organizados bajo el nombre de Grupo Salmón, dado que los salmones nadan siempre contra la corriente.
La idea surgió a partir de dar una solución al descontento de los adultos mayores evitando algunas características de las residencias tradicionales como eran la falta de sentimiento de estar en un casa propia, falta de control sobre su propia vida, pérdida de personalidad y aislamiento.
Estas unidades tratan una triple dimensión: comunicación, emoción y relación; bajo la supervisión y desarrollo de psicólogos.
El número de residentes que albergan es de aproximadamente veinticuatro adultos mayores.
Entre sus principales características se destacan:
el modo de vida, el que es parecido al de un hogar desarrollándose terapias a través de las actividades de la vida diaria;
la base de atención es el respeto de los derechos y deseos de los mayores;
están integradas a una red local de servicios sanitarios y sociales de la que reciben atención;
son atendidas por profesionales altamente calificados y el papel de la familia se considera primordial trabajándose en conjunto e intensificando incluso el apoyo familiar.
Entre los beneficios reportados de estas pequeñas unidades de convivencia se destacan el sentirse como en su hogar y el continuar realizando las actividades de la forma más autónoma posible. Sin embargo, esta autonomía es considerada una carga adicional por los asistentes, dado que es más fácil hacerlo ellos mismos que estimular al adulto mayor para que lo logre. Además supone una constante adaptación del personal hacia la evolución de los adultos mayores y no al revés como sucede en los hogares tradicionales.
También se requiere un proceso de selección riguroso no sólo del personal y los profesionales, sino también, de los ancianos que convivirán juntos. Supone mayores costos por su reducido tamaño y por la cantidad y calidad de atención.
Este modelo se está comenzando a difundir con buenos resultados medidos en términos de calidad de vida de los adultos mayores. En Holanda, Alemania y Francia ya han recomendado la extensión de este modelo y su sistemática evaluación.
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